En nuestros días es muy común escuchar la frase que se repite en nuestro vocabulario "Tengo que convencer a...", o en su defecto cuando se hablan en una conversación es común escuchar "es que tienes que convencer a...". Al revisar la palabra convencer la RAE menciona:
1. tr. Incitar, mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de dictamen o de comportamiento. U. t. c. prnl. 2. tr. Probar algo de manera que racionalmente no se pueda negar. U. t. c. prnl. Las dos definiciones ponen a prueba dos cosas: 1. Es una acción de quien decide hacerlo "Incitar/Probar". Es decir yo tengo el poder y la decisión de hacerlo, no es una obligación hacerlo. 2. Debemos tener argumentos, las definiciones propuestas ponen de manifiesto que convencer es una acción que requiere argumentos. Es decir para convencer a otros o a uno mismo se debe querer hacerlo y dos tener argumentos suficientes para que esto suceda. No es lo mismo convencer que influenciar, el primero está centrado desde la vista de argumentos y racionalidad, el segundo esta instado desde la esencia propia de lo que uno es como individuo. Convencer es un acto propio que debemos saber usar cuando hay la situación para hacerlo. La pregunta en este punto es a ¿quién tenemos que convencer?, es mas ¿porque debemos convencer a otros?, ¿Qué es lo que buscamos demostrar?; muchas veces inclusive utilizamos el convencer como un instrumento para imponer nuestra voluntad solamente porque sí; porque en nuestro entendido racionamiento creemos que tenemos la verdad única, o en el otro extremo porque creemos que es necesario que debamos ser aprobados. El convencer tiene aristas muy densas a la hora de usarlo y al revisar puede que no tengamos puntos medios, o lo usamos para ser aprobados, o lo usamos para ejercer nuestra verdad sobre otros. ¿Cuál estamos usando?, ¿Cómo sabemos que estamos tratando de convencer a otros? En los libros sabios hay historias muy interesantes que pueden poner de manifiesto que no es requerido y/o necesario estar pensando en convencer a otros. “Después de mí viene uno más poderoso que yo…” Marcos 1:7ª (NVI). Interesante que al leer todo el relato de Marcos y la historia que cuenta acerca de lo que Juan el Bautista decía, él nunca trató de convencer a nadie de los que le oían sobre la venia de lo que él llama alguien más poderoso, simplemente contaba que alguien más vendría y nos pone de manifiesto que es nuestra tarea, con la convicción clara de que es tu decisión creer o no creer. Este podría ser un buen ejemplo para ponerlo a nuestra vida. El éxito de nuestra vida no está en convencer a otros de que lo que hacemos es válido. A lo mejor es necesario simplemente que nuestras acciones hablen por nosotros mismos, y que influencien en la vida de otros si es que así lo deseamos. A lo mejor dejar de preocuparnos por convencer a otros y/o a nosotros mismos, nos permita emplear la energía o reorientar la energía de nuestros esfuerzos en lograr el objetivo propuestos. Los líderes actuales y los que son bien reconocidos creo que tienen claro esto. Pongamos de ejemplo este tema. No es probable que Bill Gates, Barack Obama, Mark Zuckerberg, Mala Yousafzai, Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, Gabriel García Márquez; entre otros muchos representantes reconocidos de las vidas de muchos de nosotros, dedicasen tiempo y energía a pensar en cómo tenían que convencer o a quien tenían que convencer para hacer lo que hicieron y dejar la huella que dejaron; ellos solamente desarrollaron sus acciones con claridad y más pensando en la influencia que esto podría producir que en la aprobación que podría requerir de otros para llevar a cabo sus acciones. Esa tal vez es una buena pregunta para que todos nos quedemos con ella. ¿A quién tenemos que convencer?, que tal si la convertimos en un ¿a quién podremos influenciar?, qué pasaría si esta pregunta no la hacemos como parte del ejercicio de construir nuestra vida. En el convencer hay acciones claras que buscan la demostración, buscan que nos centremos en justificar que tenemos validez por lo que hacemos y para lo que existimos. Si pensamos en actuar más allá del convencer, a lo mejor estemos encontrando esa fuerza adicional o extra que requerimos como líderes de nuestras vidas para poder construir esa anhelada felicidad que tanto se desea. Así las cosas dejo estas preguntas para la reflexión: ¿De qué forma podemos dejar el convencer?, ¿Cuál podría ser tu próxima acción donde podrías dejar de convencer a otros de tu acción?, ¿De qué forma está basado tu liderazgo personal?, ¿Cómo podrías pensar distinto acerca del convencer e influenciar? Feliz día. Referencias https://www.biblegateway.com/passage/?search=Marcos%201%3A1-13&version=RVR1960;TLA;DHH;NBD;NVI http://dle.rae.es/?id=Afgozoa https://manadelider.blogspot.com.co/2017/12/la-nina-de-las-manzanas.html http://pastorrick.com/devotional/spanish%2fno-importa-qu%C3%A9-tan-mal-has-estado-dios-te-mostrar%C3%A1-misericordia?roi=echo7-31770585393-52043555-97badf02aaeb5d064a85e33648ca4d3e& http://mailchi.mp/86fa84677924/man-del-lunestrabajar-con-las-personas-cuando-son-dificiles-1409709?e=c36367e7ae https://frasedelaseman.blogspot.com.co/2017/12/pensar-distinto.html
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AutorAndres Ricardo Almanza Junco. Historia
Mayo 2024
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